viernes, 17 de abril de 2015

Caminando con muletas

Después de 28 días, y acudir a la revisión médica de rigor, ya comienzo a apoyar el pie derecho, acompañado de mis compañeras durante este último mes: las muletas.

Durante este camino en muletas, mi pie apenas ha olido el suelo. Sólo lo ha acariciado. Fácil pensar entonces que, lo que es el pie en sí, no me ha dado problemas. Pero el resto de mi cuerpo, sí que se ha quejado ante esta nueva manera de ir a todas partes sobre 3 apoyos. Con razón caminamos con las piernas jeje.

El primer trayecto que hice con muletas fue el siguiente: de la farmacia de Badalona donde compré dichos accesorios, hasta la parada de metro Badalona – Pompeu Fabra. También fue el último, 4 semanas después. Ese primer día, tuve que hacer 3 paradas para cubrir toda la distancia. Después de 1 mes, conseguí hacerlo sin ninguna parada. La adaptación ahí está. Tenemos pues, una de las primeras cosas que aparecen en el “Novato de las muletas”: el desconocimiento de la técnica y la utilización de los brazos para desplazarme, hicieron que la fatiga fuera interesante. Ese es el primer rival del “Novato de las muletas”.

Poco a poco, pero vas haciendo. Eso sí, agénciate unos guantes o algún tipo de almohadillado para el agarre en las manos. Yo fui el primer día sin guantes, y entre el primer y segundo dedo ya se me estaba formando una pequeña ampolla, que con el paso de los días se ha convertido en callo. La última semana, ya no he usado guantes: no me han hecho falta.

Emma ya está trotando después de 2 meses con muletas + descanso activo. Ya tocaba.
Pero las molestias no se quedan ahí. Cuando caminas en muletas, la flexión dorsal y la desviación cubital de la muñeca es importante y continuada, con el valor añadido de la carga a la que es sometida durante la marcha, que se localiza en la parte palmar e hipotenar de la mano. De este modo, las molestias en esta zona y empiezan a aumentar, además de comenzar a notarse hormigueo en la zona de inervación del nervio cubital, al estar siempre alargado y en constante presión (eminencia hipotenar hasta 4º y 5º dedo). Día tras día, ese hormigueo se convertiría en adormecimiento de las manos en muchos momentos, incluso durante la noche. No me ha gustado este tema.
Un poco más arriba, con el paso de los días, también he tenido una molestia que no me convencía nada. Diría yo que era algo parecido al “codo de tenista”, y es algo que aún me sigue molestando (como las manos). Al extender el codo, me molesta bastante la interlínea húmero- radial y alrededores (coincide con el lado de mi pierna en descarga). En cambio, ya veis, en el codo izquierdo no tengo ni he tenido molestias ni dolorcillos.

En mi caso, en cuanto pude, ya nos pusimos las pilas con el trabajo de fuerza de miembro superior. Por suerte, los valores de fuerza de mis piernas, digamos que pueden aguantar bastante bien la exigencia del apoyo a una pierna. Lo cual no quiere decir que no tuviera algún que otro problemilla.

Al principio, la estabilización era algo nuevo para mi cuerpo. La zona lateral del muslo había veces que me quemaba bastante, sobre todo en posición estática. Glúteos y tensor de fascia lata, creo yo que han tenido que hacer un trabajo bastante importante para estabilizarme. Además, al pie tampoco le entusiasmaba estar parado aguantando mi peso, cual flamenco. Con lo cual, el arco y toda la fascia hacía acto de presencia con sus quejas.

Como veis, todos los dolores son consecuencia de un movimiento al que el cuerpo no está acostumbrado. La técnica es importante, y eso lo noté mucho. Puedo decir que, a lo largo de las semanas, la mejora técnica ha sido una de las claves para una marcha más económica (si, lo sé, suena muy profesional XD). Al principio, me empeñaba en balancear mucho mi cuerpo, y hacer pasos demasiado grandes. Es cierto, las personas de mi alrededor lo mencionaban, y diferentes expertas en marcha con muletas también, pero yo no veía otra manera. Hasta que algún día se me iluminó la bombilla, y me puse a dar pasos más pequeñitos, como si fuera caminando como siempre, incluso imitando en el aire el paso con la pierna que no podía apoyar.  Pues sí, las expertas tenían razón al respecto, como suele suceder.

Después de toda la información, habéis comprobado que no he hablado nada de dolores o molestias en la espalda. Correcto: no he tenido ninguna. ¿Por qué? Sinceramente, y siendo un auténtico sobrado, pienso que el trabajo de estabilización lumbo – pélvica que tengo de base es lo suficientemente importante, como para no padecer ningún dolor de espalda, consecuencia precisamente en la mayor parte de las ocasiones, de una falta de ese trabajo de estabilización. Mira tú por dónde me iba a venir bien tener un “core” en condiciones ;). Y en cuanto a la parte dorsal y cervical de la espalda pues… Ahí la estabilización de la cintura escapular también ha jugado un papel importante.


Y ahora mismo, se me han acabado las partes del cuerpo que me han dado la vara este mes, no se me ocurre nada más. Si me viene de nuevo la inspiración, escribiré algo más. ¿Si no? Así queda. Con lo cual, ya sabes: si te mandan muletas, date tiempo para aprender a caminar, y aunque estés lesionado, tienes mucho trabajo que hacer con el resto del cuerpo, así no te aburres y te lo pasas mejor. Ni te imaginas la de cosas que puede hacer un tío con muletas ;).

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