Después de 28
días, y acudir a la revisión médica de rigor, ya comienzo a apoyar el pie
derecho, acompañado de mis compañeras durante este último mes: las muletas.
Durante este
camino en muletas, mi pie apenas ha olido el suelo. Sólo lo ha acariciado.
Fácil pensar entonces que, lo que es el pie en sí, no me ha dado problemas.
Pero el resto de mi cuerpo, sí que se ha quejado ante esta nueva manera de ir a
todas partes sobre 3 apoyos. Con razón caminamos con las piernas jeje.
El primer
trayecto que hice con muletas fue el siguiente: de la farmacia de Badalona
donde compré dichos accesorios, hasta la parada de metro Badalona – Pompeu Fabra. También fue el último, 4 semanas después.
Ese primer día, tuve que hacer 3 paradas para cubrir toda la distancia. Después
de 1 mes, conseguí hacerlo sin ninguna parada. La adaptación ahí está. Tenemos pues,
una de las primeras cosas que aparecen en el “Novato de las muletas”: el desconocimiento
de la técnica y la utilización de los brazos para desplazarme, hicieron que la
fatiga fuera interesante. Ese es el primer rival del “Novato de las muletas”.
Poco a poco,
pero vas haciendo. Eso sí, agénciate unos guantes o algún tipo de almohadillado
para el agarre en las manos. Yo fui el primer día sin guantes, y entre el
primer y segundo dedo ya se me estaba formando una pequeña ampolla, que con el
paso de los días se ha convertido en callo. La última semana, ya no he usado
guantes: no me han hecho falta.
Emma ya está trotando después de 2 meses con muletas + descanso activo. Ya tocaba. |
Pero las
molestias no se quedan ahí. Cuando caminas en muletas, la flexión dorsal y la
desviación cubital de la muñeca es
importante y continuada, con el valor añadido de la carga a la que es sometida
durante la marcha, que se localiza en la parte palmar e hipotenar de la mano.
De este modo, las molestias en esta zona y empiezan a aumentar, además de comenzar
a notarse hormigueo en la zona de inervación del nervio cubital, al estar
siempre alargado y en constante presión (eminencia hipotenar hasta 4º y 5º
dedo). Día tras día, ese hormigueo se convertiría en adormecimiento de las manos
en muchos momentos, incluso durante la noche. No me ha gustado este tema.
Un poco más
arriba, con el paso de los días, también he tenido una molestia que no me convencía
nada. Diría yo que era algo parecido al “codo
de tenista”, y es algo que aún me sigue molestando (como las manos). Al
extender el codo, me molesta bastante la interlínea húmero- radial y alrededores (coincide con el lado de
mi pierna en descarga). En cambio, ya veis, en el codo izquierdo no tengo ni he
tenido molestias ni dolorcillos.
En mi caso, en
cuanto pude, ya nos pusimos las pilas con el trabajo de fuerza de miembro
superior. Por suerte, los valores de fuerza de mis piernas, digamos que pueden
aguantar bastante bien la exigencia del apoyo a una pierna. Lo cual no quiere
decir que no tuviera algún que otro problemilla.
Al principio,
la estabilización era algo nuevo para mi cuerpo. La zona lateral del muslo
había veces que me quemaba bastante, sobre todo en posición estática. Glúteos y
tensor de fascia lata, creo yo que han tenido que hacer un trabajo bastante
importante para estabilizarme. Además, al pie tampoco le entusiasmaba estar
parado aguantando mi peso, cual flamenco. Con lo cual, el arco y toda la fascia
hacía acto de presencia con sus quejas.
Como veis,
todos los dolores son consecuencia de un movimiento al que el cuerpo no está
acostumbrado. La técnica es importante, y eso lo noté mucho. Puedo decir que, a
lo largo de las semanas, la mejora técnica ha sido una de las claves para una
marcha más económica (si, lo sé, suena muy profesional XD). Al principio, me
empeñaba en balancear mucho mi cuerpo, y hacer pasos demasiado grandes. Es
cierto, las personas de mi alrededor lo mencionaban, y diferentes expertas en
marcha con muletas también, pero yo no veía otra manera. Hasta que algún día se
me iluminó la bombilla, y me puse a dar pasos más pequeñitos, como si fuera
caminando como siempre, incluso imitando en el aire el paso con la pierna que no
podía apoyar. Pues sí, las expertas
tenían razón al respecto, como suele suceder.
Después de
toda la información, habéis comprobado que no he hablado nada de dolores o
molestias en la espalda. Correcto: no he tenido ninguna. ¿Por qué?
Sinceramente, y siendo un auténtico sobrado, pienso que el trabajo de
estabilización lumbo – pélvica que tengo de base es lo suficientemente
importante, como para no padecer ningún dolor de espalda, consecuencia
precisamente en la mayor parte de las ocasiones, de una falta de ese trabajo de
estabilización. Mira tú por dónde me iba a venir bien tener un “core” en condiciones ;). Y en cuanto a
la parte dorsal y cervical de la espalda pues… Ahí la estabilización de la
cintura escapular también ha jugado un papel importante.
Y ahora mismo,
se me han acabado las partes del cuerpo que me han dado la vara este mes, no se
me ocurre nada más. Si me viene de nuevo la inspiración, escribiré algo más.
¿Si no? Así queda. Con lo cual, ya sabes: si te mandan muletas, date tiempo
para aprender a caminar, y aunque estés lesionado, tienes mucho trabajo que
hacer con el resto del cuerpo, así no te aburres y te lo pasas mejor. Ni te
imaginas la de cosas que puede hacer un tío con muletas ;).
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